martes, 29 de abril de 2008
HELL: "No hay raíces, la gente hace lo que ve en las 'sit-com' de televisión"
Cada 23 de abril se lleva a cabo en Madrid la Noche de los Libros, y en esta ocasión estuvieron por un lado, Michel Houellebecq, y por otro, Richard Hell, icono punk de los ´70. Más tarde ambos se juntaron para charlar un rato.
¿Hace falta presentarlos? Houellebecq es francés y tiene 50 años. Entre sus obras más destacadas se encuentran Ampliación del campo de batalla y Las partículas elementales en las cuales despliega su visión desencantada y apática del hombre moderno. En la conferencia, Houellebecq señaló como sus más “exaltadas” influencias a Baudelaire, Dostoievski y Balzac; también le dedicó una pequeña referencia a la biblioteca donde descubrió de niño a Homero, Shakespeare y Cervantes.
Richard Hell nació en 1959 en Lexington, Kentucky, EE.UU., formó parte de la primera ola de bandas punks con The Voidoids y Television. En 1977 conseguiría el éxito con el tema Blanc Generation. Y el resto es historia… la leyenda cuenta que Malcom McLaren se inspiró en su manera de vestir, más tarde, convertida en el auténtico look punk popularizado por Johnny Rotten, cantante de Sex Pistols: pelos parados, alfileres de gancho y remeras rotas. En la década del ´80 abandonó la música y se dedicó a escribir, ha publicado dos novelas Go Now y Godlike, y participado como crítico cinematográfico en la revista Blackbook. Por estos días Hell presume porque Kate Moss se pasea con una remera con su cara comprada por la top en la web del propio Richard. En los tabloides Kate aparece con la imagen de Hell pero los periodistas la han confundido con Jaime Hince, el novio de Moss, cantante de The Hills. "La ha comprado en mi página web y ahora soy un tipo feliz: todo el día pasa mi cara por las tetas de Kate Moss", dice orgulloso Hell.
Sobre Blanc Generation: "Todo ha sido un malentendido. Cuando escribí Blanc Generation yo no quería hablar de una generación, sólo quería contar las cosas que me pasaban a mí".
Houellebecq y la música: "Me pasa, en realidad con todo. Puedo estar 10 años desentendido de los libros y los discos. Hace poco pasé todos mis CD al ordenador y ahora tengo un problema: oigo música pero toda la información que tengo es que se trata de pista 1 (varias veces), pista 2 (varias veces) y así sucesivamente".
Houellebecq-Hell y la música: "Yo no oigo música", dice Hell. "Algo llevaras en el coche...", le dice Houellebecq. "Ahora no conduzco", sentencia Hell. "Bueno, cuando conducía ponía a los grupos que me influyeron de joven, a los Who, a los Kingsmen...". "¿Y no te gusta Wagner para las autopistas?", le pregunta Houellebecq. "Me encanta, pero es muy peligroso. Con su música te crees todopoderoso".
Hell cambia música por literatura: "El rock es muy engañoso. Piensas que es el mundo de la disipación total, de la mayor libertad. Y es justamente lo contrario. Tienes que levantarte a las ocho, preocuparte de la gente de tu banda, ensayar, meterte en una furgoneta, ir de un sitio a otro. Una desgracia de vida. Escribir me permite hacer lo que quiero y donde quiero, sin estar pendiente de nada".
Houellebecq probó con el cine: "Fue una buena experiencia, la de adaptar yo mismo una obra mía a la pantalla", comenta al respecto. "Ves lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer. Estás rodeado de mucha gente, haces una vida saludable".
Houellebecq-Hell y las drogas: "La peor de todas es la nicotina, no hay manera de dejarla. Ni la morfina ni la heroína enganchan tanto. No sé qué pasará con el crack, no lo he probado", dijo el francés. Hell también dispara contra la nicotina pero retoma el mundo del rock. "Lo peor que tiene es que digas lo que digas aquello se convierte en una fórmula en la que se refleja y proyecta un montón de gente. Y yo sólo quería contar mis cosas. Pero tiene algo bueno: la cuestión física. Estás ahí, en contacto con el público, lo tocas, te empuja, das brincos..."
Extracto de la entrevista Houellebecq-Hell retratada en la nota de JOSÉ ANDRÉS ROJO:
Michel Houellebecq. Yo tenía un proyecto hace un tiempo. Quería ir a Estados Unidos y tirarme allí un año. En un lugar pequeño de Iowa, por ejemplo. Para entender lo que pasa, para meterme en su mentalidad. Tú eres de allí, ¿no?
Richard Hell. Sí. No hay otra, es mi destino.
M. H. ¿Qué me recomiendas que haga para entenderlos? ¿Dónde debería ir?
R. H. De un lado a otro. Por la carretera. Es la mejor forma. Alquilas una habitación en un motel, sales a dar un paseo, le preguntas a la gente qué tal, te responde. Te vas enterando.
M. H. ¿Pero hablan de todo? Quiero decir, yo no entiendo lo que les pasa con Dios, por ejemplo. No sé si se lo creen del todo.
R. H. No siempre se les puede comprender. Yo tengo que hacer lo mismo que tú, pero con Los Ángeles. Ir un año. Igual así me entero.
M. H. Estuve leyendo un montón de thrillers. Me encantan. Cosas de Theodore Roszak, esa historia de El diablo y Daniel Silverman, por ejemplo. O John Grisham. Bueno, me asombra lo cínicos, fríos y distantes que son para retratar las cosas que ocurren en el mundo del trabajo. Pero se vuelven sentimentalones cuando hablan de la familia.
R. H. Pasa mucho con la familia. Pero con la nación también, o con la religión. Buscan un grupo compacto en el que sentirse integrados y protegidos. Contra todos lo demás.
M. H. Es asombroso lo de la familia. Siguen pensando que su mujer es la mujer más sexy, aun cuando eso, por la edad, resulte ya imposible. Y con los niños. ¡Cómo se portan con los niños! Saltan de alegría en cuanto los ven...
R. H. Debe de ser porque no tenemos raíces. No hay nada que rascar, no hay valores que vengan de atrás. Sólo está la televisión. La gente hace lo que ve en las sitcom, esas comedias donde todos sonríen y se toman muy en serio.
Fuentes:
-Del 'no hay futuro' al cinismo radical, El País.com
-www.richardhell.com
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