-Review de WWD.com:
Si las locaciones de alta costura fueran elegidas para encajar con la personalidad del diseñador, tiene sentido que Dior exhibiera en el Museo Rodin. Mientras que Raf Simons no pasa sus días con inercia contemplativa se dejó caer sobre una roca con su barbilla en la mano, él es uno de los grandes pensadores de la moda. Su obra nace de intenso pensamiento, investigación y razón detrás de cada motivo, cada silueta, patrones, cada adorno. Su objetivo no es sólo aparecer con ropa exquisita para atraer a la clientela global de Dior, sino hacerlo en un marco que desafíe y busque avanzar en nociones actuales de modernidad -con el espíritu de Dior.
La colección que Simons mostró el lunes fue fascinante desde su fundación, y a menudo maravillosamente ofrecida. "Esta colección está inspirada muy históricamente," dijo Simons en una entrevista previa en el backstage. "Sentí como un desafío mirar hacia atrás en la historia y ver cómo podía modernizar cierta estética. Esa es mi búsqueda constante, para que sea más joven y relevante para las mujeres en sus vidas de hoy. Siempre, ser moderno". Así, también, fue el fascinante set: un inmaculado pabellón circular, sus paredes enfrentadas cubiertas de miles de orquídeas blancas.
El desfile contó con ocho secciones distintas, algunas aparentemente sin relación, de hecho, conectadas por una manipulación de Simons de conceptos pasados [traídos hacia] la elegancia moderna. La primera inspiración: trajes de la corte del siglo XVIII, que encorsetaban a las mujeres y embellecían a los hombres. Simons interpretó la Robe à la Française, un bodice estructurado con gran volumen en la falda, con sutilezas hacia afuera -de un viejo vestido surgen una serie de nuevos lindos vestidos. Sin embargo, por debajo, él rehuyó ese crítico fundamento tan del siglo XVIII como de la alta costura actual, el corsé. Estos jacquards encantados en blanco, plata, apenas verde y azul, sus exquisitos bordados aplicados con moderación inteligente.
En cuanto a las levitas varoniles, Simons las convirtió en informales, hasta quitándoles las mangas en una versión verde de astracán. En el medio, él presentó la yuxtaposición más salvaje de la colección, integrando elementos de traje de vuelo de astronautas -específicamente cierres utilitarios- en vestidos antes de cambiar de trajes y aplicarles bordados tradicionales en trajes de vuelo completos. Estos fueron intrínsecamente divertidos -Alta NASA, vamos! -aún si Simons hizo todo lo posible por ocultar el hecho en la seriedad de su mensaje general.
Él ofreció una oda a la temprana moda liberacionista del siglo pasado, lo flapper, las líneas libres y fáciles, y los bordados intrincados pero para nada tímidos.
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Fotos Pascal Le Segretain/Getty Images Europe; Style.com
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