Gucci-Milan Fashion Week Fall/Winter 2008/09.
Por Pedro Zozaya para Vogue.es
Sinceramente, los florales computarizados de aspecto folk que presentó Frida Giannini la pasada temporada estaban muy bien, pero habían perdido sensiblemente el norte en relación a la mujer Gucci: una chica sexy y roquera con poder económico para permitirse una moda de lujo.
Pues bien, vuelve ese Gucci al que hacemos alusión y que tanto nos entusiasma. Así, los opulentos jacquards y los tejidos tapestry con detalles en oro y pasamanería se alían con pantalones de estilo ecuestre y chaquetas de astracán que exhiben un sinfín de tachuelas, flecos y bordados de pedrería. Todo ello forma compone un orquestado trabajo para actualizar en clave deluxe una estética que combina el glamour de los años veinte con el look de los groupies londinenses de principios de los setenta -hablamos de aquellas prendas desgarbadas y un tanto hippie que seleccionaban de los tenderetes de Portobello Market-.
El pelo de zorro -en tonos naturales y de una ligereza excepcional- se erige como el elemento imprescindible en los nuevos abrigos y cazadoras de Gucci, aunque la diseñadora también presentó un abrigo largo de coyote con bordados de insectos, otro con plumas de marabú y una espectacular chaqueta de pelo de lince.
La noche sintetiza los parámetros de gala que marcó Frida Giannini el las últimas temporadas optando por suntuosos vestidos de cintura caída en terciopelo y crepe de chine que incorporan preciosistas joyas estilo Fabergé.
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