domingo, 22 de enero de 2006

"Hace 8 años que estoy tratando de armar a esta persona que quiero ser"

Durante diciembre y estos días que pasaron de enero he notado una llamativa y hasta excesiva presencia, en los tabloides, de Miguel García, el único hijo de Charly García y María Rosa Yorio.
El motivo de tanta repetición es que grabó su primer disco solista llamado “Quieto o Disparo”, producido por Lucas Martí, ex compañero en A Tirador Láser.

Repasemos un poco los artículos. Empezamos con Clarín, la nota de Mariano del Mazo, es del 7 de diciembre y se titula
‘Pequeño García Ilustrado’:
“Después de un intenso traqueteo en cierta zona under del rock argentino —primero con Fernando Kabusacki y Fernando Samalea, después integrándose al A-Tirador Láser de Lucas Martí—, Migue García debutó como solista…”. También dice: “Miguel García se destapó con un CD de canciones pop…”.

Continuamos con La Nación, en este caso la nota del 27 de diciembre es de Sebastián Ramos,
‘¿Los chicos también quieren rock?’, haciendo una obvia alusión a los padres de ambos, de Miguel García y de Dante Spinetta. Lo revelador de la nota es que el disco de Migue (como él quiere que lo llamen, “para que suene más amigable”) saldrá por Emi. Y ahora entiendo todo, las pulposas manos de las discográficas lo pueden todo, o casi todo.

Last but not least, en el suplemento Radar de Página/12 de hoy, la nota firmada por Mariana Enríquez que, en un ataque de originalidad y luego de tomarse un cóctel de ingenuidad, titula
“El hijo de la lágrima”, y escribe: “Tras muchos años de tocar en una banda y de mantener un perfil sorprendentemente bajo, Miguel García dio con prudencia el paso que podría haber dado hace tiempo: grabar su disco solista”.

Extracto de la entrevista:

-¿No salís de noche?
–Ahora nada. Tuve una época de boliches, hasta los dieciocho más o menos. Vivía de noche. Pero ya fue.
De los 13 a los 18 viví muchas cosas que la gente vive de más grande. Andaba con amigos más grandes, tomaba sustancias, una onda psicodélica mezclada con Deep Purple que me agarró de pendejo. Tenía el pelo larguísimo, botas de cowboy y unas camisas que le robaba a mi viejo y me sentía en Easy Rider. Tenía una bandera de The Doors gigante colgada arriba de mi cama. Flasheaba con eso hasta que me cambió un poco el plan. Tengo 28, y a veces me siento más grande de lo que soy, me cuesta mucho relacionarme. Mucha gente de mi edad está haciendo ahora cosas que yo ya curtí.

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