lunes, 28 de julio de 2008

"No hay más que dos clases de personas: los burgueses y los que quieren llegar a serlo"

Benoît Magimel y Ludivine Sagnier

El director francés Claude Chabrol estrenó "La mujer partida en dos", su film número 54 con la bella Ludivine Sagnier y Benoît Magimel -otro de los predilectos del cineasta- como protagonistas. El estilo de Chabrol ha sido caracterizado por el New York Times como el de "un dios que mira las flaquezas y locuras de sus criaturas con compasión pero sin ser sentimental". Noelle Demichet entrevistó al cineasta para Página/12, donde se refiere entre otras cosas al fin de la lucha de clases y a la única clase que queda en pie.

-Extracto de “Ya no existe la lucha de clases”:

–En Una mujer partida en dos usted vuelve sobre su ambiente predilecto, el de la burguesía de provincia.
–Es que, a esta altura de las cosas, ésa es la única clase social que queda. Hace tiempo que estoy convencido de que no hay más que dos clases de personas: los burgueses y los que quieren llegar a serlo. Por eso es que ya no existe la lucha de clases: los que están afuera quieren entrar, eso es todo. Así que cuando me señalan que soy crítico de la burguesía, yo pienso más bien que lo que hago es un simple llamado al deber. El hecho de ser la única clase genera deberes...

–¿Podría hablarse de subclases de la burguesía?
–Eso sí. En Una mujer partida en dos aparecen varias, tal vez todas las que hay. A ver: está la hiperburguesía que representan los propietarios farmacéuticos; la burguesía media, encarnada por la mamá de la chica; la burguesía mediática (la gente de la televisión); la burguesía de negocios (los de la industria editorial) y lo que en Francia llamamos burguesía bobo (los burgueses bohemios), representada por el escritor.

–¿Ya no puede aspirarse a una definición única de la burguesía?
–Sí que es posible. Básicamente la sigue definiendo el culto de las apariencias, el vivir en estado de representación. Yo intento mostrar esto en las escenas que transcurren en restaurantes. Si se fija, va a ver que en esas escenas los personajes no comen. Lo importante es cómo y dónde se sientan, la manera en que se ubican en relación con el resto de los comensales. El otro modo en que aludo a esta pasión por la representación es a través de una multiplicación de espejos. Cada mañana, al levantarse, esta gente se mira al espejo y adopta una máscara.

Link:
-Una mujer partida en dos

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