La goggle jacket es el último grito de la moda entre los jóvenes británicos. La chaqueta cuya capucha se prolonga hasta cubrir totalmente el rostro, ha conquistado a los jóvenes desde que se lanzó al mercado hace unas semanas disparando las ventas navideñas.
Conocida como la "burka para hombres", la prenda ha provocado una polémica social debido al significado castrador para la mujer en la cultura islámica y al temor de que se convierta en una prenda para cometer con la cara oculta. Sin embargo, un portavoz de la Asociación de Oficiales de Policía Británicos (ACPO) aseguró que "No hay nada de ilegal en llevar esta cazadora", precisando que, por ahora, no se ha producido ningún accidente que implicara a alguien que llevara una goggle jacket.
La capucha puede cerrarse totalmente gracias a unas extensiones que cubren todo el rostro y tienen integradas dos piezas de plástico reflectante para los ojos. En realidad está inspirada en una cazadora de cuero del creador italiano CP Company que rinde homenaje a las carreras automovilísticas entre 1927 y 1957. Pero a nadie se le ha pasado por alto su gran parecido con el burka, y por ello un periódico británico le ha bautizado como "burka para hombres". El modelo original cuesta 800 euros, aunque en cuestión de semanas multitud de marcas de ropa han producido sus versiones para ofrecerla a un público menos pudiente: jóvenes de entre 15 y 25 años. Hasta el mismísimo Liam Gallagher, cantante del grupo Oasis, se ha rendido al cuestionable encanto de esta prenda.
"He vendido 60 en tres semanas y quince sólo el martes", informó Mark Chapman, encargado de una tienda en las afueras de Newcastle. Para Chapman la chaqueta no es adecuada para cometer delitos ya que "hace rápidamente calor dentro y se forma vaho en las gafas por lo que no se ve muy bien". "El diseño es sorprendente, es abrigado, algunos son impermeables... es una prenda genial", añade.
En el inmenso centro comercial Bluewater, en el este de Londres, tres tiendas venden la cazadora con el mismo éxito. Descubrir el motivo por el que una prenda se convierte en éxito es tarea casi imposible inclusive para la mayoría de los expertos en ventas. "Por supuesto contemplamos que alguien pudiera comprarla con dudosas intenciones, pero hay muchas prendas que la gente puede usar para cometer un delito, un pasamontañas sin ir más lejos", explica un responsable de la marca Projekt NYC, una de las que lo produce.
Aunque sus creadores no han reconocido su parecido con el burka, el atuendo ha reabierto el debate sobre la utilización que la moda ha hecho tradicionalmente de símbolos de distintas ideologías, frivolizándolos para las masas. El caso más evidente es el del pañuelo palestino o kufiya, prenda que identifica a la resistencia de este pueblo contra Israel. O la figura del Che Guevara, estampado hasta la saciedad en remeras, llaveros, banderas, y convertido en un icono casi warholiano.
Fuente: AFP
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